III.b. La Homosexualidad
III. PERSPECTIVA PASTORAL
B. La aplicación de la gracia
1. No es una barbaridad el afirmar que Dios ama incondicionalmente al homosexual. Dios ama a la persona homosexual y murió por ella. Dios no acepta, sin embargo, la conducta homosexual. De la misma forma que Dios no acepta ninguna de nuestras prácticas pecaminosas, antes o después de nuestra conversión.\n\n2. Dios envió a su Hijo a morir por los homosexuales. Ellos estaban en su mente cuando Dios ideó el plan de la salvación. Fue el amor hacia ellos la motivación que el Señor tuvo para humanarse y morir.\n'
\n3. Dios no odia a los homosexuales y tiene un corazón compasivo hacia ellos. La homosexualidad no es a los ojos de Dios un pecado más abominable ni repulsivo que otros. Dios sufre por el extravío del homosexual y desea la reconciliación con él, de la misma forma que la desea con cualquier otro pecador.\n\n4. Los cristianos debemos mostrar hacia el homosexual la misma actitud que el Señor tiene hacia él. El amor incondicional, la aceptación de la persona (no de su conducta), la compasión por la esclavitud y las consecuencias de un estilo de vida homosexual (SIDA, promiscuidad, abandono, persecución social en muchos países, etc.) han de caracterizar la actitud de la comunidad cristiana hacia el colectivo homosexual. Debemos ser canales de la gracia de Dios hacia esta comunidad. La gracia es tratar a alguien con amor, no como merecería ser tratado. ¿Cómo podrán los gays y las lesbianas entender que Dios les ama y desea tener una relación con ellos, si nosotros, con nuestras actitudes, no encarnamos el amor y la aceptación de Dios?