Pastoral para el Líder-1 – Indignidad para el Servicio
“Yo, sin merecerlo, he sido puesto al servicio de este mensaje, por la acción poderosa de Dios. Yo soy menos que el más pequeño de todos los que pertenece al pueblo de Dios, pero Él me ha concedido esta gracia de anunciar a los no judíos la buena noticia de las incontables riquezas de Cristo.” (Efesios 3:7-8)\n\n\nEl diccionario de la Real Academia Española de la Lengua define dignidad como la cualidad de digno, lo cual me obliga a buscar la palabra digno en el mismo diccionario. Al hacerlo encuentro que una persona digna es aquella que es merecedora de algo.\n\nEsto me enfrenta con mi propia realidad. Yo no soy digno de estar en el ministerio juvenil, de hecho, no soy digno de estar en ningún ministerio, no merezco servir al gran rey y colaborar con Él en la construcción de su Reino.\n\nLlevo más de 25 años en el ministerio juvenil y conforme va pasando el tiempo más conciencia tengo de mi indignidad y, al tener más comprensión de mi indignidad menos entiendo el hecho de que Dios pueda escoger para ser su colaborador a una persona como yo.\n\n¡Qué iluso era en aquellos tiempos cuando era más joven y sinceramente pensaba que Dios era un privilegiado al tenerme como miembro de su equipo! Me sentía orgulloso de mí mismo, de mis logros, de mis capacidades, de mis dones y mis talentos. El trabajo con los jóvenes me producía un gran sentido de autocomplacencia, seguridad y… por qué no decirlo orgullo, el orgullo de pertenecer a los escogidos de Dios.\n\nMe imagino que debía pensar que había sido escogido por Dios debido a que había algo en mí que me hacía merecedor de ello. Alguna cualidad intrínseca que Dios había sabido reconocer y le había llevado a quererme tener a su lado, formando parte de sus colaboradores más íntimos.\n\nLos logros en el ministerio, los objetivos alcanzados, el reconocimiento de las personas, todo ello contribuyó a aumentar mi sentido de dignidad, de ser algo, de ser alguien, de ser, en definitiva, digno para la labor encomendada. No se sorprendía el estar en el ministerio cristiano, era una persona válida y capaz para ello. Como yo era, quien era, me hacían merecedor de tal distinción.\n\nLas cosas han cambiado de forma drástica. Desde hace ya bastante tiempo las cosas las veo de una forma tan, tan diferente. Conforme han ido pasando los años mis contradicciones, mi inmadurez, y, por que no reconocerlo, mi carnalidad ha ido saliendo a la superficie una y otra vez. Conforme he ido creciendo en mi caminar con Dios cada vez he sido más conciente y realista con quien realmente soy.\n\nNo puede evitarse, acercarse a Dios y encontrarse con la miseria humana es todo uno. Es imposible caminar cerca de Él y no sentir una creciente vergüenza por todas las acciones, omisiones, pensamientos, motivaciones y actitudes que continúan estando presentes en mi vida a pesar de hacer tantos años y que no agradan y honran al Señor. \n\nAcercarse a Dios es ser consciente y realista con mi propia humanidad caída, en proceso de redención, pero todavía viviendo y experimentando las terribles consecuencias del pecado. Y al verse uno cara a cara frente a Dios con su propia realidad es imposible entender cómo Él puede escogerme, confiar en mí, considerarme válido para el ministerio, darme una oportunidad para colaborar con Él y sus propósitos.\n\nEntonces queda claro muy claro que soy indigno para el ministerio que no estoy en el ministerio cristiano, ni nunca lo estaré por lo que soy, sino a pesar de lo que soy. Que haber sido escogido para servirle no ha sido en función de mis méritos, capacidades, cualidades o dignidad, sino más bien a pesar de la total ausencia de todo ello.\n\nMe siento muy identificado con Pablo, de hecho, su versículo en Efesios 3:8 ha sido durante estos últimos años un lema, una fuerza impulsora para mí. Puedo entenderlo perfectamente, me imagino cuando escribió ese pasaje de su epístola. Sin duda, Pablo debió recordar sus años de perseguidor de la naciente iglesia cristiana. A su mente acudirían las personas que habían sido encarceladas por causa suya, el dolor y el sufrimiento que había provocado a tantas personas. \n\nNo es de extrañar que Pablo afirmara que su ministerio era una gracia, algo concedido a pesar de la total falta de dignidad y méritos para ello, algo concedido a Pablo sin duda, no por lo que fue, sino a pesar de lo que fue. Con razón Pablo es el apóstol de la gracia, el defensor del amor y aceptación incondicional de Dios a pesar de cómo somos y, en muchas ocasiones, como seguimos viviendo.\n\nHe escrito más de veinte libros. Tengo una hoja de servicio de más de 25 años. He tenido influencia en muchos países del mundo. Tengo cargos de responsabilidad internacionales. He tenido el privilegio de llevar personas a Cristo. He desafiado a otros a servir en el ministerio cristiano. ¿Para qué ha servido todo eso? No me ha añadido ni un ápice de dignidad para merecer el ministerio. A pesar de todo ese “currículo vitae” sigo siendo un miserable que fue llamado y puede seguir estando en el ministerio cristiano a pesar de todo lo que soy.\n\nComprender esa realidad me estremece. Me hace temblar simplemente el pensar el increíble amor incondicional de Dios y su gracia hacia alguien como yo. Me produce una actitud de profunda gratitud y respeto y un sincero deseo de dar la talla en respuesta a su amor y confianza en mí.\n\nGracias Señor porque no es mi dignidad lo que te llevo a llamarme al servicio, es tu llamamiento el que me concede dignidad.\n\n\nMI ORACIÓN\n\nSeñor muchas gracias por poder servirte en el ministerio cristiano. ¿Sabes? Cuanto más tiempo pasa, menos entiendo que te fijaras en mí. ¿Cómo puedes ser tan paciente con mis fallos, mi pecado, mi inmadurez? No puedo entender que a pesar de todo ello hayas tenido a bien el llevar a cabo cosas por medio mío.\n\nSeñor me salvaste por gracia, me permites vivir día a día por gracia y me llamaste al ministerio por gracia. Estas tres cosas están otorgadas a pesar de mi total falta de merecimiento.\n\nPermíteme vivir en consonancia con tu llamamiento. Ayúdame a cultivar un corazón agradecido por tanto amor y aceptación incondicional.\n\n\nTU REFLEXIÓN\n\n
- ¿Eres consciente de que es por su pura y exclusiva gracia que estás en el ministerio y servicio cristiano? \n\n
- ¿Cómo estás manejando en tu vida el orgullo, la satisfacción que produce el reconocimiento por parte de otros, los logros y éxitos en el ministerio? ¿Crees que tu dignidad y valía vienen de todo esto? \n\n
- ¿Cómo estás manejando los sentimientos de indignidad e inadecuación para el ministerio? ¿Eres consciente de que Dios conoce mejor que nadie tu interior, tu realidad, tu humanidad y, a pesar de todo ello está dispuesto a usarte? \n\n
- ¿Cuál debería ser tu respuesta a la comprensión de que somos escogidos para el ministerio por pura y absoluta gracia?