Cuando nos convertimos somos añadidos al cuerpo de Cristo, pasamos a formar parte de la familia de Dios y nos guste o no, seamos conscientes o no, entramos en una situación de interdependencia los unos de los otros. Ya no somos seres aislados que viven su vida en solitario e individualmente. Como cuerpo interdependiente todo lo que yo hago tiene repercusiones positivas o negativas en otros miembros de la asamblea. Mi testimonio, sin que yo tal vez tenga la más mínima conciencia puede ser un factor de motivación, estímulo, consuelo y ánimo para otros hermanos y hermanas, o puede ser un factor de desánimo, desmotivación y una razón más para que otros se alejen o se enfríen en su relación con el Señor. Por esta razón las congregaciones encabezadas por sus líderes deben hacer un sano y necesario ejercicio de autocrítica y plantearse ¿cómo está afectando a nuestros niños y jóvenes nuestra vida como congregación? ¿somos una congregación con un estilo de vida digno de ser imitado? ¿somos un motivo de ánimo, estímulo y motivación para el sector más joven de nuestra hermandad?\n