Pastoral para el Líder-5 – Que Yo Mengüe Para Que Él Crezca
“Con este motivo se acercaron a Juan y le dijeron: -Maestro, ¿te acuerdas de aquel que estaba contigo en la otra orilla del río Jordán? Tú diste testimonio en su favor. Pues bien, ahora está bautizado y todos se van tras él.\nJuan respondió:\n-El hombre solamente puede tener lo que Dios le haya dado. Vosotros mismos sois testigos de lo que yo dije entonces: “no soy el Mesías; simplemente he sido enviado como un precursor.” A quien la esposa pertenece es al esposo. Por su parte, el amigo del esposo, que está junto a él le escucha, se alegra extraordinariamente al oír la voz del esposo. Este es, pues, el momento en que mi alegría se ha colmado. Él debe desempeñar su papel, cada vez más importante; yo, en cambio, he de ir quedando en la sombra.” (Juan 3:26-30)\n\n\nHay ocasiones en que el potencial y los dones de alguno de los muchachos y muchachas que están trabajando conmigo es claramente evidente, no sólo para mí, sino también para el resto de la comunidad. \n\nOtras veces, sin embargo, me maravillo de comprobar una y otra vez que el Señor me da la capacidad y el discernimiento de poder ver esos dones y ese potencial mucho antes que ambos sean evidentes, no sólo para el resto de la comunidad, sino incluso para los mismos interesados. \n\nCreo que forma parte de los dones que el Señor me ha dado a mí mismo, la capacidad de ver en las personas lo que no es evidente, la clarividencia de discernir el potencial que el Señor ha derramado sobre ellos y que puede ser invertido para el crecimiento de la persona y la construcción del Reino de Dios.\n\nEse don –discernir, ver, identificar los dones y potencial de otros- lleva consigo un gran reto, una gran responsabilidad y, a la vez, una gran tentación o peligro.\n\nEl reto y la responsabilidad es ayudar a las personas para que puedan desarrollar todos sus dones, todo el potencial que el Señor les ha otorgado. Eso implica creer en ellos, transmitirles el sentimiento y la convicción de que pueden hacer una gran contribución para el cumplimiento de la Gran Comisión y la edificación del Reino. Es comunicarles que Dios cree en ellos y, por tanto, yo también lo hago. \n\nEsto, me doy cuenta cuan importante es, ya que a menudo, ni otras personas, ni los propios interesados creen en ellos mismos. He visto muchas caras de duda y escepticismo en líderes de la iglesia cuando he compartido con ellos acerca de las posibilidades, el potencial y los dones que fulanito o menganito tienen. Pero también he visto esa misma cara de duda o incredulidad en la vida de fulanito y menganito cuando he hablado con ellos acerca de sus dones y potencial.\n\nEl gran reto, la gran responsabilidad es ayudarles a ser todo lo que ellos pueden ser, todo lo que el Señor cree que pueden ser y espera que lleguen a ser. \n\nSe me presenta como un reto y una responsabilidad apasionante. Es como el escultor que de un bloque de mármol cuadrado y sin forma es capaz de visualizar una obra de arte como “La piedad” de Miguel Ángel, “El pensador” de Rodín o “El discóbolo” de Mirón. Ve, tiene visión para una obra maestra donde otros son incapaces de ver algo más que una simple piedra.\n\nEs un reto apasionante poder ser un instrumento en las manos de Dios para ayudar a que el Señor cumpla su propósito y sus planes en la vida de los jóvenes con los que estamos trabajando.\n\nPero seamos sinceros, también hay temor, miedo y una gran tentación y peligro en el potencial y los dones de nuestros jóvenes. ¿Qué sucederá si este joven crece y desarrolla todos sus dones y todo su potencial? ¿Puede llegar a hacer sombra a mi propio ministerio? ¿Puede ser que crezca y se desarrolle hasta el punto de que yo llegue a perder mi propia posición de liderazgo e influencia sobre los jóvenes? ¿Puede darse el caso de que los muchachos y las muchachas vayan tras él y yo pierdan mi lugar preeminente en el trabajo juvenil?\n\nEsas alarmas se disparan en mi mente. Del mismo modo que puedo ver el potencial puedo imaginar los peligros y las consecuencias que el crecimiento de estos jóvenes puede comportar a mi propio ministerio. El miedo y la angustia son mayores cuanto más grandes son los dones y el potencial del joven, especialmente si ambas cosas son, o pueden llegar a ser mayores y mejores que los míos.\n\nEs humano pensar en estos términos y desgraciada o afortunadamente todavía somos humanos a pesar de haber conocido a Cristo como Señor y Salvador personal y a pesar de estar a su servicio.\n\nPensar en perder nuestro lugar ante un líder que emerge es natural. Se puede producir una respuesta de miedo y de inseguridad ante el potencial del otro. El problema no es tener este tipo de pensamientos y sentimientos, el peligro es responder de forma equivocada y errónea a los mismos.\n\nUna tentación puede ser cortar el crecimiento del líder emergente. Hay muchas maneras de hacerlo. Es posible llevarlo a cabo de formas muy sofisticadas y muy sibilinas. Incluso, no es demasiado difícil encontrar argumentos bíblicos o teológicos para encubrir la carnalidad implícita en todo ello. \n\nPodemos aplicar un sutil boicot. No darle oportunidades para que desarrolle sus dones y su potencial. Mantenerlo siempre con responsabilidades secundarias y de poca proyección pública, cuestionar sus opiniones, destruir su reputación, dejar ir comentarios, aparentemente inocuos y carentes de importancia, acerca de su validez para el ministerio o la honestidad de sus motivaciones. Lo que funciona muy bien es privarle de responsabilidades aduciendo una falta de madurez, la cual, por otra parte es real, pero que es imposible de desarrollar sin recibir oportunidades para crecer.\n\nTambién puedo tener, y debo esforzarme en ello, la respuesta correcta. Esta consistiría en gozarme en todo lo que Dios puede llegar a hacer por medio de esta persona. Dar gracias al Señor por dotar a las personas con mayores dones y posibilidades de las que he ha dado a mí. Es duro, sin embargo, creo que la madurez consiste en alegrarse en que haya gente mejor que nosotros, con más capacidades, dones, recursos y posibilidades que las que Dios nos ha dado a nosotros mismos.\n\nClaro, para ello hay que volver a recobrar la perspectiva bíblica nuevamente. Reconocer que somos constructores, no de nuestro propio reino, sino del Reino de Dios. Por tanto, los líderes emergentes, especialmente si pueden llegar a ser más de lo que somos nosotros, no son competidores, antes bien colaboradores, nuevos recursos para el cumplimiento de la Gran Comisión.\n\nNo hay mayor gloria para un líder, no existe gozo mayor que el hecho de que sus propios discípulos lo superen, vayan más allá de donde él fue, desarrollen más potencial y capacidad que la que él tuvo. Otra cosa es que nuestros discípulos aprendan a honrar y valorar nuestra contribución en sus vidas. Pero nadie nos podrá privar de la gloria que significa el haber contribuido a que nuestros discípulos hayan desarrollado tanto su potencial y capacidades que nos hayan superado.\n\nMiro a mi alrededor y veo líderes por doquier ¿Será el discernimiento que el Señor me ha dado? Por eso, me sorprenden aquellos líderes que no ven potenciales líderes a su alrededor, que siempre se están quejando de soledad y de poca ayuda. Me producen tristeza aquellos líderes que únicamente pueden ver los defectos, los fallos y las inconsistencias de sus seguidores y son incapaces de valorar y visualizar ni el más mínimo potencial.\n\nA menudo, el problema son ellos mismos, su falta de fe y confianza en otros. En otras ocasiones es su propio miedo e inseguridad la que les lleva a no querer ver lo evidente o a impedir que crezca el potencial existente. Hay gente que no ve, otros no quieren ver.\n\n\nMI ORACIÓN\n\nSeñor ayúdame a tener la capacidad de discernir los dones, el potencial y las capacidades de las personas que Tú has puesto a mi alrededor. Y cuando lo haga, por favor, ayúdame a no caer en la tentación de verlos como potenciales enemigos y adversarios. Líbrame del pecado de cortar su crecimiento, de desplazarlos, de marginarlos, de impedir, en suma, que Tú puedas cumplir tu propósito en ellos.\n\nPor el contrario, dame las fuerzas para ayudarlos, para darles el ánimo y los recursos necesarios para que crezcan y desarrollen todos los dones y el potencial que les has dado. Y Señor, cuando lleguen los conflictos emocionales, el miedo, la inseguridad ante lo que ellos pueden llegar a ser, ayúdame a gozarme en ti, a tener la perspectiva de la auténtica gloria, la gloria de ver que he podido ayudar a otros a que me superen y sean mayores y mejores que yo para tu gloria.\n\n\nTU REFLEXIÓN\n\n1.¿Cómo te sientes cuando otras personas tienen dones y potencial mayores o iguales al tuyo?\n2.¿Cómo reaccionas, con miedo, inseguridad, gozo, satisfacción?\n3.¿Hay una falta de dones y potencial entre la gente con la que estás trabajando? ¿Es esta falta real o es por el contrario un problema tuyo?\n4.¿Tienes la capacidad de ver el potencial y los dones ocultos en tus jóvenes o por el contrario sólo ves lo evidente?\n5.¿Quién hay a tu alrededor a quien deberías dedicar tiempo para que pueda desarrollar su liderazgo?\n\n\nEL PERSONAJE\n\nJuan el Bautista fue todo un personaje. Llegó a ser la figura clave y central de la vida religiosa de Israel. Su ministerio profético alcanzó un éxito claro y evidente y gente de toda Judea iba hasta donde estaba para escucharlo y poder ser bautizados por él.\n\nSe nos dice que todo tipo de personas se sentían atraídos por su mensaje, fariseos, maestros de la ley, escribas, soldados, recaudadores de impuestos, trabajadores autónomos, campesinos, hombres y mujeres.\n\nJuan tuvo el privilegio de ser escogido por Dios para indicar y anunciar el ministerio de Jesús, su primo y, además, el Mesías prometido para la liberación del Israel. Sin duda uno de los momentos álgidos del ministerio de Juan debió de ser el bautismo de Jesús.\n\nSin embargo, desde que Jesús entró en la escena fue evidente que la estrella de Juan comenzó a declinar. Primero, la gente empezó a seguir a Jesús y a prestarle menos atención a él y su ministerio. Posteriormente, sus propios discípulos comenzaron a abandonarle para seguir al nuevo maestro de Israel. Incluso algunos de sus fieles, preocupados por esta pérdida de influencia, poder y proyección pública, sin duda con buena intención, le mencionaron el problema a Juan.\n\nJuan no tuvo ningún problema en reconocer que el mismo no podía tener ningún tipo de ministerio que no le fuera dado por Dios, por tanto, no iba a pelear por retener el suyo. Además, con una gran perspectiva espiritual e histórica afirmó que era necesario que Jesús cada vez fuera más importante y él mismo pasara a un segundo plano.\n\nPoco después, Juan fue encarcelado y después ejecutado.'