Humanamente convencer a la gente que hay un Día del Juicio en el que serán juzgados no es tarea fácil, pero muy dentro de todos los hombres sus conciencias les gritan que han ofendido a un Dios Santo. Hacerles entender que si son hallados culpables su destino eterno será el infierno tampoco es una tarea fácil, pero esta es la obra del Espíritu Santo.'