Mundo Postmoderno: Acán
PASAJE BÍBLICO\nJosué 7\n\nIDEA PRINCIPAL\n\nAcán ilustra el principio que no vivimos aislados ni en soledad y nuestras acciones tienen consecuencias inesperadas para los que nos rodean.\n\nDESARROLLO\n\nDios dio a Josué la orden de tomar la ciudad de Jericó. El Señor había indicado que todo debía ser consagrado para destrucción y que no se debía tomar nada, bajo el peligro de poner a todo el pueblo de Israel bajo maldición y acarrearle la desgracia.\n\nAcán, según nos dice el capítulo siete del libro de Josué, desobedeció la orden dada por Dios y se quedó para sí un manto de Babilonia –seguramente una pieza de tela de gran valor- doscientas monedas de plata y una barra de oro que pesaba más de medio kilo. Realmente se trataba de una considerable fortuna que tentó su codicia. \n\nLa acción de Acán tiene una interpretación teológica que el mismo libro de Jueces se encarga de darnos en el versículo 1: “Pero un miembro de la tribu de Judá, que se llamaba Acán y era hijo de Carmi, nieto de Zabdi y bisnieto de Zara, tomó varias cosas de las que estaban consagradas a la destrucción, con lo cual todos los israelitas resultaban culpables ante el Señor de haber tomado lo que él había ordenado destruir. Por eso la ira del Señor se encendió contra ellos”.\n\nSucedió tal y como el Señor había dicho por medio de Josué, todos los israelitas fueron considerados culpables y cayó sobre ellos la desgracia, fueron derrotados cuando intentaban capturar la ciudad de Hai, sin duda una pequeña población no demasiado importante. \n\nEl pecado exigió una reparación y las consecuencias cayeron no únicamente sobre Acán, sino también sobre toda su familia: “… todos los israelitas mataron a pedradas a Acán y los suyos y luego los quemaron”.\n\nTodo esto nos produce una gran sorpresa a los que vivimos en la cultura occidental. Desde nuestra perspectiva esto parece totalmente inconcebible, el hecho de que personas inocentes tengan que pagar por el pecado cometido por otros. Desde la perspectiva occidental, radical y rabiosamente individualista, nos parece totalmente injusto e inaceptable. \n\nSin embargo no es así en todas las culturas y no era así en la cultura del Antiguo Testamento. En ambos casos se da el concepto de la solidaridad corporativa. \n\nLa solidaridad corporativa significa que un individuo representa a todo un colectivo y todo ese colectivo está identificado en ese individuo. Sería similar al concepto de que el cuerpo es uno aunque los miembros sean muchos. Si algo hace un miembro del cuerpo, todo el cuerpo sufre y padece las consecuencias.\n\nDesde el punto de vista de la solidaridad corporativa todo un colectivo es responsable de las acciones de un único individuo. De ahí que todo Israel fuera responsable del pecado de Acán aunque no hubiera participado directamente en el mismo, y no fuera sólo responsable sino también sufriera las consecuencias. \n\nMuchas culturas en nuestro planeta continúan funcionando con este principio que hace que el colectivo sea más importante que el individuo. Además, tampoco es tan lejano a nuestra cultura contemporánea. Romeo y Julieta, la famosa obra teatral del dramaturgo inglés, ilustra muy bien esta idea. Todos los Montescos y Capulettos eran culpables de algo que alguien hizo y nadie recordaba qué o quién había sido. Las tristemente vendettas de la mafia siciliana van en la misma dirección. Cualquier miembro de la familia es responsable y debe ser castigado por lo hecho por otro miembro.\n\nNo podemos negar que el tema resulta chocante y nos crea tensión ¿verdad? Sin embargo, la propia Biblia matiza el tema de la solidaridad corporativa. En el capítulo 18 de Ezequiel se nos habla de la responsabilidad personal de cada individuo con relación a Dios.\n\nDe todos modos hay un principio claramente aplicable. Somos un cuerpo, una comunidad, un colectivo, una familia. Esto implica la realidad de la interdependencia, cuando uno sufre, todos sufren, cuando uno está gozoso todos lo están.\n\nBajo este prisma de la interdependencia mis motivaciones, actitudes y acciones dejan de ser algo única y exclusivamente personal ya que pueden tener repercusiones muy serias para terceras personas.\n\nMi conducta puede repercutir en el testimonio cristiano, privando de credibilidad al mensaje, no únicamente a los ojos de los no creyentes, sino también de creyentes que tienen puesta su confianza y referencia en nosotros.\n\nNuestra conducta puede también repercutir dañando a terceras personas en sus vidas. Una vida condicionada por una adicción, las drogas, el alcohol, el sexo, etc., puede tener serias repercusiones físicas y psíquicas sobre nuestros descendientes.\n\n\nAPLICACIÓN EN UN MUNDO POSTMODERNO\n\nYa hemos mencionado en más de una ocasión el peligroso carácter individualista de la sociedad postmoderna. Este tipo de sociedad nos anima a mirar por nosotros mismos y nuestras necesidades y deseos como si viviéramos totalmente solos y aislados y éstas no fueran a tener ningún tipo de repercusión sobre terceras personas. \n\nAcán nos desafía a pensar y plantearnos el concepto de comunidad, cuerpo e interdependencia y, por tanto, a meditar seriamente sobre el impacto que pueden tener nuestros pensamientos, motivaciones, actitudes y, naturalmente nuestras acciones, sobre la vida de terceras personas.\n\n\nPREGUNTAS DE INTERACCIÓN\n\n1. ¿Qué significa para ti el concepto de interdependencia?\n\n2. ¿Qué implicaciones prácticas tiene en la vida cotidiana?\n\n3. ¿Qué situaciones estás viviendo en que estás experimentando las consecuencias directas de la realidad de la interdependencia?\n\n4. ¿Qué motivaciones, actitudes y acciones tuyas pueden tener repercusiones sobre terceras personas?'