Cómo Orar A Dios
Un humilde carpintero tenía la costumbre de hacer siempre sus oraciones en la mañana, al mediodía y en la tarde. Se servía de un libro de plegarias porque no se sentía capaz de dirigirse al Creador con sus pobres palabras. \n\nUn día, se sintió muy mal porque, estando de viaje, olvidó su libro. Nuestro buen carpintero le dijo entonces a Dios: \"Perdóname, Dios mío, porque necesito orar y no sé cómo hacerlo. \n\nAhora bien, ya que Tú eres un Padre de amor voy a recitar varias veces el alfabeto desde la A hasta la Z, y Tú que eres sabio y bueno podrás juntar las letras y sabrás qué es lo que yo te quiero decir\". \n\nLa historia dice que ese día Dios reunió a sus ángeles en el cielo y les dijo conmovido que esa era la más sincera y la más bella de las oraciones que le habían hecho en mucho tiempo. Una oración con las cualidades de la plegaria que hace milagros, cierra heridas, ilumina, fortalece y acerca los corazones, es decir, una plegaria humilde, confiada, sincera y amorosa. \n\n¡Cuánta necesidad tenemos de estas oraciones! Todos debemos aprender a orar con el corazón, a alabar, a bendecir, a perdonar, a agradecer. Y, claro, a tener bien presente que la oración se ve en la acción, en los buenos frutos y en un compromiso por la justicia y por la paz. En efecto, actuar sin orar es desgastarse y orar sin actuar es engañarse. \n\nPara aprender a orar no hace falta aprenderse o inventar complicadas fórmulas. Si comenzamos por meditar el Padre Nuestro y hacer un pequeño propósito, no sólo estaremos haciendo oración, sino que cada día daremos un paso más para vivir como verdaderos hijos de Dios:\n\nDi Padre. Si cada día te portas como hijo y tratas a los demás como hermanos. \n\nDi Nuestro. Si no te aíslas con tu egoísmo. \n\nDi que estás en los cielos. Cuando seas espiritual y no pienses sólo en lo material. \n\nDi santificado sea tu nombre. Si amas a Dios con todo el corazón, con toda el alma y con todas tus fuerzas. \n\nDi venga a nosotros tu reino. Si de verdad Dios es tu rey y trabajas para que Él reine en todas partes. \n\nDi hágase tu voluntad. Si la aceptas y no quieres que sólo se haga la tuya. \n\nDi danos hoy nuestro pan. Si sabes compartir con los pobres y con los que sufren. \n\nDi perdona nuestras ofensas. Si quieres cambiar y perdonar de corazón.\n\nDi no nos dejes caer en tentación. Si de verdad estás decidido a alejarte del mal.\n\nDi líbranos del mal. Si tu compromiso es por el bien.\n\nTodo esto nos enseña a meditar. ¡Qué lindo es dirigirse a Dios de una manera espontánea y sincera abrir el corazón al Señor así como lo hizo el rey David que con sus cánticos de alabanza adoraba, exaltaba y lo glorificaba! Lee Sal. 145.'
