Dejar la Mentira

Quizá el pecado más fálil de cometer es decir mentiras. ¿Qué es una mentira? El diccionario nos dice que mentir es decir lo contrario de lo que se sabe, cree o piensa. Las mentiras pueden llegar a ser tan dañinas que pueden echar por tierra reputaciones y hasta provocar a la muerte de alguien.\n\n Lo antes dicho nos hace preguntarnos, ¿cómo una cosa tan dañina y perniciosa puede blandirse tan despreocupadamente por la gente? \n\n Viene la llamada telefónica inoportuna e inmediatamente le decimos a quien conteste: \"Diles que no estoy\". Llega el hermano de improviso y en lugar de interrumpir el juego de baloncesto o fútbol que estamos mirando en el televisor, nos cambiamos al televisor del dormitorio y le decimos a la hermana, esposa o mamá, \"Dile que estoy orando\".\n\n Hay mentiras que se dicen para salir del paso: \"Sí, pueden contar conmigo para la visita\", decimos cuando no tenemos la intención de hacerlo. \n\n La realidad es que mucha gente cree que mentir carece de importancia, que es una tontería y que incluso es algo jocoso en ocasiones. Sin embargo, mentir puede ser un vicio tan adictivo y destructivo como cualquier otro pecado.\n\n Como cristianos tenemos el deber de no mentir. Quienes creemos que \"la verdad nos hará libres\" no podemos darnos el lujo de habituarnos a decir mentiras. \n\n He aquí lo que nos dice la Palabra de Dios: \"Destruirás a los que hablan mentira\" (Salmo 5:6). \"El que habla mentiras no escapará\" (Proverbios 19:5). \"Ninguna mentira procede de la verdad\"(1 Juan 2:21). Y como advertencia a lo que ha de venir nos dice Apocalipsis 22:15: \"... estarán fuera, los homicidas, los idólatras, y todo aquel que ama y dice la mentira\", y\"... todos los mentiros tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre\" (Apocalipsis 21:8).\n\n Dejemos el vicio de mentir. Pidámosle a Cristo que nos dé fuerza para combatir ese feo hábito pecaminoso y decidamos hablar siempre la verdad. Y si nos percatamos de que hemos dicho una mentira, rectifiquemos en seguida, pidamos perdón a Dios y a quien le hemos mentido, y digamos la verdad. Si el rectificar no es factible por razones que escapan a nuestro dominio, entonces pidamos al Señor que nos perdone y renovemos nuestra petición de que nos ayude y estemos atentos a no caer en este pecado de nuevo.\n\n Con Cristo podemos dejar la costumbre de mentir y hablar siempre la verdad, para darle honra a Él al comportarnos de forma digna de los hijos de Dios. '
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