Jacobo el Menor

“También había algunas mujeres mirando de lejos, entre las cuales estaban María Magdalena, María la madre de Jacobo el menor y de José, y Salomé” Mc. 15:40\n\n¿Quién era este Jacobo el menor?. Los pasajes paralelos nos llevan a identificarlo con uno de los doce; quien aparece generalmente como Jacobo hijo de Alfeo (Mc. 3:18). Dentro del grupo apostólico era de los que han sido clasificados como los apóstoles desconocidos (Simón el zelote, Jacobo hijo de Alfeo y Judas Tadeo). Miremos algunas de las características de este apóstol. \n\nEra desconocido pero llegó a ser reconocido por Dios. Aunque su nombre no figura entre los famosos, sí estaba en el listado de Jesús (Mc. 3:18). Este discípulo fue llamado por el Señor para que estuviera con Él y para enviarlo a predicar, y tuvo el mismo poder para sacar demonios, y sanar enfermos que cualquier otro apóstol. La intervención de Jacobo el menor en la vida de Cristo o de la iglesia no ha sido registrada por los escritores inspirados; sin embargo tuvo capacidades que fueron vistas por el maestro y que usó para la gloria de Dios. Ese nombre está escrito en los cielos (Lc. 10:20) ¿está el tuyo también allí? (Fil.4:3; Ap. 13:8; 20:12, 15; 21:27)\n\nEra pequeño pero llegó a ser grande para Dios. El sobrenombre que tenía era “el menor” en griego mikro y significaba “el pequeño”. Esto era para distinguirlo del otro Jacobo, el hermano de Juan, y se debía a su corta estatura. En nuestra cultura latina le llamaríamos Jacobo “el petiso”, y quien escribe esta meditación no puede ocultar su agrado en saber que entre los 12 había un petiso. Según John MacArthur, Jacobo era el menor en estatura, edad y prominencia comparándolo con Jacobo hijo de Zebedeo. No interesa cual haya sido el porqué de su apodo pues la estatura que Dios mide es la del espíritu, y su \'metro patrón\' es Cristo (Efesios 4:13). Y la pregunta ahora es ¿Cuánto mide mi espíritu?\n\nEra insignificante pero llegó a ser útil para Dios. En la lectura devocional de hoy notamos su influencia; pues vemos a su mamá en el escenario de la cruz y de la tumba vacía; y José, su hermano, es mencionado como conocido por los creyentes. Todos somos influyentes, nuestra influencia puede acercar a las personas a Cristo o alejarlas (1ª Tim. 4:12; Heb. 12:15). Se cuenta de un edificio que se consumió en llamas y que paradójicamente tenía toneladas de hielo; este edificio se quemó porque aunque tenía miles de litros de agua, ésta no estaba en su estado útil. Bien decía Moody: “Los faros no disparan cañones para que vean su luz, simplemente brillan”. ¿Qué es mi vida, un faro o un cañon? ¿Soy de buena influencia o mi testimonio daña a otros?. Si, Jacobo era el menor, pero su influencia no lo era.'
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