Es fácil creer en un Dios de amor, pero no en uno que se indigna ante el pecado. ¿Es fácil creer que no existe una justa retribución por nuestros delitos? Es más fácil no vivir con el peso de nuestras maldades y la negación puede ayudar en eso. La realidad es más fácil oírla que creerla.'