Como un cuerpo perfectamente unido, necesitas que todo él crezca a la par. Si no sería un cuerpo deforme. Es por eso que debemos practicar y vivir los “nuevos mandamientos” de los “unos a los otros” por los que el Espíritu Santo tuvo tanto empeño en dictarlos. No es natural que te dediques a hacerte crecer a ti mismo y no lo hagas con los demás miembros de la iglesia, que es el cuerpo de Cristo.'