A partir de experiencias de la vida y de observar el estado de muchos cristianos, aprendí que muchas veces estamos como paralizados, fétidos, podridos espiritualmente. Definitivamente hay ocasiones en las que quisiéramos agradar a Dios pero no nos resulta. En el siguiente texto podrás ver que si Dios resucitó a Lázaro, te puede resucitar a ti.'