Reconocemos que por medio de nuestro Señor Jesucristo hemos recibido la salvación y por tanto somos bendecidos. Pero también reconocemos que el ser humano tiene libre albedrío hasta el último momento de su vida y con esta libre decisión puede escoger alejarse de Dios y de su bendición. Si insistes en alejarte de Dios entonces la maldición puede volver a tu vida.'