Viaje A Jerusalén
Vamos a hacer un viaje con nuestra imaginación... a los días en que Jesús vivía en esta tierra... ¡Si, ya se! me van a decir que Jesús nunca dejó de vivir entre nosotros... que se quedó en la Eucaristía... que vive en cada una de las personas que lo han aceptado como su Señor y Salvador... y es verdad... pero este viaje nos lleva hasta aquella época en que el mismo Jesús en persona pisaba nuestra tierra. \n\nImagínense la ciudad de Jerusalén... en tiempos de Jesús... imaginen que son parte de ese grupo de apóstoles que él mismo había elegido, sus discípulos, sus amigos... \nHabían compartido tres años de sus vidas con él, caminado junto a él, lo habían escuchado hablar, habían sido testigos de cada uno de sus milagros, habían visto como sanaba a los enfermos y perdonaba a los pecadores... Habían compartido con él la última cena... \nPero después de esa noche todo fue confusión... lo arrestaron como si fuera un ladrón... nosotros nos salvamos de casualidad de no correr su misma suerte. ¡Qué cobardes! Todos corrimos a escondernos... ¡Teníamos tanto miedo! Los dejamos solo... solo y en el peor momento. \nSe lo llevaron, lo juzgaron, lo injuriaron... inventaron tantas cosas para poder condenarlo... y nosotros solo pudimos observar desde lejos.\nY después... la cruz. Nunca imaginamos que una persona pudiera soportar tanto dolor en su cuerpo y en su alma. \n\nNosotros los seguimos... pero desde lejos... siempre desde lejos, mientras él cargaba con aquel madero. Mezclados entre la gente que le gritaba y se burlaba... escondidos, para que nadie nos reconociera... Además no queríamos que sus ojos se detuvieran en los nuestros... no teníamos el valor de encontrarnos con su mirada porque sabíamos que cuando el nos mirara... \n\nFueron días difíciles los que vinieron después de aquel viernes. Tuvimos que permanecer encerrados... escondidos. Teníamos miedo. Así que decidimos quedarnos juntos hasta que todo esto se tranquilizara un poco. \nEran días de silencio, un silencio que a veces aturdía... días de angustia y desilusión. No podíamos dejar de pensar en sus palabras. Nuestro pensamiento estaba lleno de recuerdos, de miradas, de gestos de ternura, pensábamos en los clavos, en sus ojos desde la cruz... no entendíamos... ¿Por qué? Una y otra vez resonaban en nuestra cabeza miles de preguntas sin siquiera encontrar una respuesta... ¿por qué lo habían matado? Y Dios... ¿Dónde estabas cuando esto sucedía? ¿Por qué tanto silencio?\nEstábamos todos juntos, menos Judas... escuchamos por ahí que se había quitado la vida... \n\nJuan: no hablaba... supongo que estaría intentando recordar y buscar a Dios en todo lo que estaba pasando... \nY María... nos contaba cómo había sido que llegó a ser la madre de Jesús, y nos habló de José y de aquella preciosa noche, donde también se habían mezclado la incertidumbre, el miedo, con todo el milagro de la Vida, de la Vida de este Hijo que en su llanto y en sus manitos ya dejaba traslucir a Dios...\n\nLa pregunta que resonaba en nuestros corazones era ¿y ahora... cómo vamos a seguir? Muchos pensamos que lo mejor sería volver cada uno a su pueblo, a nuestros anteriores trabajos... hacer como si nada hubiera sucedido... \n \nPequeño detalle: cuando Jesús llega a la vida de una persona... cuando uno le abre el corazón no hay modo de “sacárselo de encima”... \nY aunque por momentos parezca que está muerto, que ya no nos quedan fuerzas para seguir, que hay cosas que nos superan y quisiéramos gritarle al cielo: ¿Dios a donde estás? ¡Te necesito! \n\nEl resucitó... y vino a regalarnos la fuerza, la paz y la alegría que necesitamos para seguir adelante. Sabemos que solos no podemos. Más de una vez hemos intentado soltarnos de su mano para seguir nuestro propio camino... sin él... pero tarde o temprano descubrimos que sin Jesús es imposible caminar como Dios espera que lo hagamos... que al sin él no podemos vivir la vida cristiana. Porque hemos descubierto que Jesús es el verdadero sentido de nuestras vidas... y con él queremos encontrarnos en este día y cada día...\n\nCon el Señor de la vida... de nuestra vida. Con la luz, con Jesús resucitado. Con quien dio su vida en aquella cruz... pero que resucitó a los tres días y hoy quiere llenar nuestro corazón con la paz, la alegría y la luz que solo él nos puede regalar para que vivamos con esperanza cada día, porque vamos camino a la vida eterna para estar por siempre con él.'