Encerrado Y Aislado

Felipe, es un niño de siete años muy activo, le encanta jugar en el patio de su casa con sus amigos y su perro Bengie, al cual quiere mucho.\n\nUna mañana su padre y el niño llevaron a Bengie a su chequeo médico de rutina, el veterinario al revisarlo se dio cuenta que el animal había contraído un virus muy contagioso especialmente para los niños, por lo que se debía aislar al animal por dos semanas y aplicar el tratamiento respectivo, luego de lo cual todo volvería a la normalidad; su padre, para que su hijo no se sintiera tan mal le prometió tenerlo en la habitación que se encuentra en el patio de la gran propiedad que ellos tienen.\n\nA medida que pasaba el tiempo, Felipe extrañaba más y más a Bengie, salía al patio pero sabía que no podía acercarse a él, pero se conformaba con estar cerca a pesar de que el escuchar sus ladridos, lloros y rasguños en la puerta lo hacía llorar; de igual forma Bengie lloraba porque extrañaba mucho a Felipe y no entendía por qué lo tenían encerado. Una tarde los ladridos y lloros de Bengie eran muy fuertes, al escuchar esto Felipe no aguantó más y se dirigió a verlo, pero su padre lo vio a tiempo y lo alcanzó, una vez juntos lo alejó del lugar y le dijo: “ Hijo mío no vayas por favor, aún no es tiempo” el niño con lágrimas contestó: “ pero papi, él me necesita, sé que está sufriendo, te prometo que me voy a portar mejor pero déjame verlo” el padre dijo: “ tú has sido siempre mi hijo amado y te has portado bien, y aunque no lo hicieras yo jamás te lastimaría, pero debes entender que si lo sacas morirá y posiblemente tu también, espera un poco más, él está reaccionando bien a los medicamentos, así que pronto lo podrás tener nuevamente contigo”. El niño se abrazó a su padre, él secó sus lágrimas y entraron a la casa, luego del tiempo determinado Bengie fue dado de alta y volvió a jugar con Felipe quien estaba feliz por eso.\n\nSituaciones así ocurren a diario, pero también están sucediendo en nuestra vida espiritual y relación con Cristo; hay momentos que nos sentimos y comportamos como Bengie, en la que no entendemos por qué razón estamos encerrados y aislados, tanto, que llegamos a pensar que Dios se ha olvidado de nosotros y que a pesar de habernos portado bien nos ha separado de cosas, personas o sueños en nuestra vida; otras veces lo hacemos como Felipe, en la que queremos quitar nuestro dolor, aflicción y preocupación o la de alguien más, sin darnos cuenta de que si lo hacemos, solamente traerá más dolor e inclusive un terrible final.\n\nNo sé por lo que estás pasando en este momento, pero hoy quiero animarte a esperar y confiar en tu Padre Celestial que está a tu lado y pendiente de ti, él sabe por lo que estás pasando y le duele verte así, pero hoy quiere que entiendas que ha sido necesario encerrarte para evitarte dolores mayores; así que no te empeñes en salir sino sé valiente y espera; apóyate en él y pregúntale el propósito de este encierro, seguro te responde y juntos saldrán para disfrutar de tiempos mejores que traerán mucha felicidad a tu vida.\n\n\n“La mano del Señor no es corta para salvar, ni es sordo su oído para oír”. Isaías 59:1.'
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