Tesitimonio de mi Soltería
Conozco al Señor desde que le entregué mi vida a los seis años de edad. Mi decisión fue consciente y sincera, yo le anhelaba desde que tengo uso de razón, Jesús siempre era a quien yo acudía, platicaba con Él y le buscaba con mi corazón, Él me alcanzó a esa tierna edad, pues tenía un propósito glorioso para mí. Nunca le he dejado, o más bien nunca me ha dejado dejarle. \n\nComencé a congregarme a esa edad en la Iglesia el Castillo del Rey (Monterrey, México), donde aprendí de su inmenso amor y su Palabra, iglesia donde hoy asisto. \n\nCuando tenía ocho o nueve años escuché un testimonio de una pareja de tiernos viejecitos que cumplían 50 años de casados. \nEllos pasaron a testificar frente a la congregación que desde pequeños, sin conocerse, oraban cada uno por su pareja y se preparaban para ser buenos compañeros de la persona que Dios tenía para ellos, cuando se conocieron supieron inmediatamente que esa era la persona preparada para el otro, así que se casaron (no fueron novios, se casaron). A los 50 años de matrimonio decían lo maravilloso que les había sido esa experiencia, vivir juntos sirviendo al Señor, que era a su vez su mayor anhelo y propósito en la vida. \nEllos relataron que su matrimonio había sido precioso y nunca habían tenido ningún problema o discusión, que había sido glorioso y lleno de amor, algo así como un paraíso en la tierra y que ahora estaban igual de enamorados que antes, que el amor nunca les había abandonado ni salido a pasear a otro lado.\n\nA mí me pareció fabuloso y la idea me agradó tanto que decidí yo hacer lo mismo que ellos, así que comencé a orar por mi compañero y le pedía al Señor que me enseñara a ser una buena compañera para él. Decidí hacer un pacto con el Señor, yo me guardaría para Él y para mi compañero, así que le dejaba a Él el control de ese asunto, yo no tendría novio ni nada por el estilo, hasta que Él me uniera a la persona que Él había preparado para mí. Me gocé toda mi niñez y mi adolescencia, disfrutando de ello. \n\nCuando entré a la facultad, recuerdo vívidamente el primer día que recorría los pasillos de la Ciudad Universitaria camino a mi facultad: Venía platicando con el Señor, entregándole de nuevo mis votos de cerrar mis ojos, le dije que no vería a nadie, como los caballos, sólo pondría mi mirada en Él, que no me convertiría a ellos (mis futuros compañeros) sino que ellos se convertirían a mí, como Dios le dijo a Jeremías, y esperaría su tiempo. \n\nMe resultó fácil hacerlo, el Señor levantó mi vida con su compañía, su ayuda, su Palabra y su amor en todo tiempo, yo me seguía gozando; sobre todo cuando me mantenía firme frente a mis pretendientes, que abundaban en gran manera o a las cosas del mundo que me rodeaban, podía salir victoriosa con su gracia.\n\nSer de ejemplo y testimonio para todos ellos era algo en lo que me deleitaba con mi Señor, llevé a algunos a conocerle a Él y eso me tenía mas comprometida y me resultaba emocionante. Tenía la esperanza y la confianza en que Él sería fiel y traería finalmente mi compañero. “Lo traerá cuando esté por terminar mi carrera”, me decía. Llegué a los últimos semestres, mis amigos con sus parejas y yo con la esperanza de que cualquiera de esos días mi compañero llegaría, y esperaba... “Seguramente vale la pena esperar, yo seré más feliz que ellos porque yo espero en el Señor” me repetía, y esperaba...\n\nLlegué al final de mi carrera y no llegaba mi pareja, así que me dije: “Cuando presente mi examen profesional y comience a trabajar, llegará”, y esperaba... presenté, trabajé... y los días pasaban, fue entonces cuando pregunté al Señor: “Señor, ¿qué pasa? ¿Dónde está él? ¿O qué acaso no estoy preparada? ¿Está la falla en mí? ¿Qué me falta para estar preparada?” \nPero no escuché respuesta.\nAsí que decidí enojarme. Traté de hacer las cosas a mi manera y salir con alguno de mis pretendientes para hacerme de un novio, pero simplemente no pude, el temor que tenía en mi corazón por obedecerle me impedía hacer las cosas a mi manera, así que me di por vencida... decidí amargarme. Seguía fiel en la iglesia, el ministerio y todo, pero amargada, dejé que se esfumara el gozo, era como si le tratara de demostrar al Señor que verdaderamente yo necesitaba a mi compañero para ser feliz, que hasta que no lo trajera no me sentiría completa y realizada, y menos feliz.\n\nÉl me tuvo paciencia, hasta que cansada de estar amargada fui con Él y le dije: “Señor, estoy cansada de estar así, no soy feliz, tú me salvaste para algo mejor que esto, ayúdame por favor, estoy en un pozo.”\nÉl me sacó, pero de nuevo me volvía al mismo pozo continuamente, me deprimía porque me sentía impotente de lograr mis sueños de casarme y sentirme realizada, si hubiera podido torcerle un brazo, o manipularlo, lo hubiera hecho, pero no podía. \nRecuerdo que mi mamá me dijo que le entregara mi deseo de casarme al Señor. Que si Él no quería que me casara, yo lo aceptara con gozo y se lo dijera. Que tocara fondo en mi corazón. ¿Qué es lo más grave que pudiera pasar? Me preguntó ella. ¿Qué no te cases? Entrégale eso al Señor, dile que está bien para ti, si Él así lo quiere. \n\nYo me enojé más, ¿cómo decirle una mentira a Él? Pues no era ese mi sentir ni el deseo de mi corazón, ¡Yo quería casarme!, decir lo contrario sería mentir. \n\nPero cansada de estar así volví a Él con todo eso y le dije: “Señor, quisiera poder decirte que no me importa, pero tú sabes que sí me importa, haz algo conmigo por favor. Si tú no quieres que yo me case, haz que esto sea desarraigado de mi corazón y yo deje de querer casarme. Yo quiero hacer tu voluntad, ayúdame.” \nEsa fue mi oración por varios días, días por los cuales el Señor me hablaba acerca de aprender a amarle con todo mi corazón. Yo le pedía precisamente eso: “Enséñame a amarte así, con todo mi corazón.” \n\nFue cuando Él me hizo comprender, si yo habría de amarle con todo mi corazón, dejaría de perder el tiempo con mis tristezas y le serviría con gozo. Entonces oré: “Señor estoy perdiendo el tiempo con mis tristezas, pudiendo servirte con libertad así, ahora, como estoy... soltera.” \n\nDesde ese día pude entregarle mi deseo de casarme y le dije por primera vez con todo mi corazón, sin mentir: “Si no quieres que me case, no me casaré y vivo desde hoy gozosa para servirte y caminar contigo, tú y yo, nada más. Quizás quieres mandarme de misionera ahora y yo no te escucho por estar aferrada a mis deseos, pero no más, Señor, desde hoy estoy dispuesta y libre para vivir soltera y servirte. Te amo, aunque no tengas un compañero para mí, tú sigues siendo mi Señor.” ¡Me sentí tan libre! \nComencé a ver las ventajas y hasta llegué a saborear la idea. Es más, ya no quería casarme. \n\nEsa noche oramos por otras cosas como familia, y mi mamá al terminar la oración me dijo algo no muy común en ella (“el Señor me dijo”). Aunque ella no sabía nada de mis recientes decisiones y de mi oración sincera al Señor, ella me dijo: “Retzi, yo hace mucho le he entregado al Señor el asunto de tu pareja, y ya no oro por eso, porque ya lo hice mucho y se lo he dejado a Él, pero hoy mientras orábamos por otras cosas Él me dijo que sí te vas a casar y que Él les estaba enseñando a los dos a amarle. Luego entonces Él los reunirá para servirle juntos.”\n\nComencé a llorar conmovida porque ciertamente eso era lo que Él me estaba enseñando, a amarle, y eso era una preciosa confirmación de su parte. \nAprendí que lo que más le importa al Señor es dónde está mi corazón, si está con Él o en mis deseos, ilusiones, sueños o expectativas. (Deuteronomio 8:2). \n\n¡Comencé a caminar gozosa en gran manera! \n\nNo he vuelto a darle lugar a la tristeza ni al desánimo, ¿cómo ofender a mi Señor con mi tristeza? Es como si le dijera que Él no es suficiente o que me ha olvidado, y ciertamente eso no es verdad, pues Él tiene cuidado de mí y tiene sus tiempos, en Él espero.\n\nAun no llega el momento en que llegue mi compañero, pero nunca me he vuelto a preguntar si vendrá, como alguna vez lo hice, porque ahora confío con más sencillez en sus promesas... y en el Prometedor.\n\nA veces ha venido la tentación de dudar o desanimarme, pero al voltear a ver a mi fiel Señor, las dudas se disipan y la tristeza no encuentra cabida en mí... pues estoy llena de su amor. \n\n“Me afano cuando olvido que mi Dios es Soberano. \nSus tiempos son distintos a los míos y su plan es que yo sea más como Él... ese es su propósito. \nEs más grande de lo que yo pudiera imaginar, desear o soñar alguna vez. \nCuando recuerdo quién tiene el control y todo lo que Él me ama, el afán no encuentra cabida... se esfuma inmediatamente.” Retzi. \n\n“Expectativas, crean amor condicional” Max Lucado. \n\n“Mis expectativas son basura, frente a sus planes gloriosos. Los abrazo, me aferro a ellos” Retzi. \n \n“Amar es la decisión de bendecir y beneficiar a la otra persona con todo lo que eres, con todo lo que haces y con todo lo que tienes, aunque para lograrlo te cueste un sacrificio.”\nRoger Wolcott.\n\n\nNota 1: Este es el testimonio de un área en mi vida, hay mucho de qué testificar, las obras de mi Señor en mi vida son muchas, abarcan toda mi existencia. Él ha sido fiel, me ha bendecido con su amor y su presencia SIEMPRE. \n6 Noviembre de 1999.\n\nNota 2: Hoy fue mi boda civil... ¡Dios me ha dado el esposo más maravilloso que hubiera soñado alguna vez! :- )\n1 Abril 2003. '